miércoles, 30 de octubre de 2019

Malditos paralelismos regionales

Somos testigos del embelesamiento colectivo de una gran parte de los ciudadanos de Andalucía, Cataluña y Canarias durante cuatro décadas como si fuera el fruto del azar


Podría ser el argumento para un monólogo o el motivo de carcajadas en un asadero pero lo que viene a continuación es una especie de ajuste de cuentas contra ese grupo de xenófobos que se jactan de ser una raza superior, el pueblo elegido y únicamente son otros tantos ladrones al igual que el resto que pulula por el resto de España.Y sí, cualquier parecido con la realidad está relacionado íntimamente con esa forma de entender la gestión de la cosa pública como si fuera la administración de una finca de titularidad privada o una oficina de empleo. De una multipropiedad, que contrariamente a la definición que encontramos en el diccionario de la Real Academia: Condominio de un inmueble, cuyo disfrute está restringido a periodos determinados.”, es una alegría permanente por cuyos agujeros se cuelan ingentes cantidades de dinero público en dirección a los bolsillos de una rehala de miserables, que cuando son pillados con las manos en la masa, despliegan el archiconocido discurso de la presunción de inocencia, mientras facturan los penúltimos fajos de billetes a los paraísos fiscales que rebosan luz y calor tropical.
En esta pieza podría dedicar un espacio e irme hasta principios del siglo XX, hablar del papel que jugó el nacionalismo catalán durante la Guerra Civil, la cantidad de amor demostrado hacia la Dictadura, y otros tantos juegos de salón antes y durante la Transición hasta desembocar en el golpe de Estado de 2017 y la sentencia de octubre de 2019, pero me limitaré a lo que sigue que no es moco de pavo.

Aunque no soy muy dado a culpar de nuestros males a fuerzas externas con residencia en algún averno reconocido como tal, no me equivoco al afirmar que somos testigos del embelesamiento colectivo y la complicidad, por activa y por pasiva, de una parte nada despreciable de ciudadanos de Andalucía Cataluña durante cuatro décadas como si fuera el fruto del azar democrático, hasta el punto que el dispendio sistemático de miles de millones de euros, los cientos de funcionarios públicos por elección directa, con sus correspondientes familiares y amigos que se han beneficiado del cargo para incrementar su patrimonio, o los juicios habidos y los que están por celebrarse, –si la causa no prescribe–, se han transformado una especie de yogur que se olvida en el fondo de la nevera que ha provocado menos manifestaciones, algaradas callejeras o cabreos en la barra del bar, que las organizadas por el descenso de categoría de algún equipo de fútbol. Visto así, no exagero si afirmo que en esas dos regiones españolas se ha instalado una versión del peronismo que como todos (casi todos o algunos) sabemos, tiene una gran debilidad por subsidiar al pobre, socorrer al lloroso y enriquecer sin límites al repartidor de las ayudas.

De entre los diecisiete reinos de taifas que conforman el Estado autonómico existe una región, –hay alguna más, pero tendrá que esperar su turno–, regida por un grupo de elegidos ungidos con un tipo de afeite del que se desconocen los ingredientes, que llevan casi cuarenta años reclamando su singularidad histórica y señalando con el dedo a todos los demás que, afirman ellos, viven del sudor que sólo el trabajo duro hace brotar de las frentes barradas. Dicen sin despeinarse, que los demás no pueden tener idénticos beneficios porque son territorios con una historia poblada de gentes con taras genéticas y múltiples episodios tétricos. Que ellos, el pueblo elegido, atesora descubrimientos que harían temblar al más valiente de entre todos los valientes; que poseen el arca de la alianza que ríase usted del Templo de Jerusalén, que son la luz que alumbró el camino que nos ha traído hasta aquí. Mas de todos los reinos señalados por su dedo inquisitorial, el que mayor inquina levanta entre sus huestes como ejemplo de los infinitos males que padecen, se llama Andalucía.

Conozcamos el jardín

Estoy convencido de que llegados a este punto, más de un lector habrá exclamado ¡Malditos paralelismos fruto de una mente enferma!, ¿qué diablos tendrá que ver Cataluña con la región sureña, un lugar ajeno a la infección nacionalista? Vayamos al grano.
Andalucía ha sido gobernada por el PSOE durante cuarenta años y Cataluña, salvo un par de accidentes, lleva la misma cantidad de tiempo sujeta al control nacionalista. En el noroeste, y fruto de algún embrujo digno de estudio, la inmensa mayoría de españoles estábamos convencidos que allí se concentraban todas las esencias europeas de las que eran huérfanas el resto del territorio nacional, amén del espíritu de sacrificio, la bondad y esa palabra tan repetida: el seny. No obstante y para ubicar el asunto que ocupan estas líneas, me referiré a dos fechas que entiendo como el núcleo de todo lo que ha venido después, siempre y cuando, el lector asuma como una verdad irrefutable que antes de eso, Cataluña, instituciones públicas y empresas mediante, eran el paradigma del cielo en la Tierra y el resto de la nación, una anomalía histórica. 

A por las fechas

El calendario señalaba el día 27 de enero de 2005 cuando un estruendo desbarató la rutina de los habitantes del barrio barcelonés de El Carmelo en cuyas tripas, –las del barrio–, se llevaban a cabo las obras de la Línea 5 del metropolitano de la Ciudad Condal. La otra fecha a tener en cuenta es la del 24 de febrero de 2005. Aquel día el Parlamento regional celebraba una sesión para abordar el desastre del socavón, cuando en un momento determinado, Pascual Maragall, el entonces presidente de la Generalidad, espetó a los diputados de Convergencia y Unión, –por ahí estaba Artur(o) Mas,: Ustedes tienen un problema y este problema se llama 3%”. Todavía recuerdo las caras de espanto, horror, incredulidad y miedo, de los padres de la ‘patria’, que tras recuperar el seny ajustarse los pantalones, treparon hasta la tribuna más próxima desde la que proclamaron su inocencia, –casi al estilo de Pujol, balcón incluido, y aquella nimiedad llamada Banca Catalana–,y exigieron que semejante abominación fuera retirada de los oídos textos y rótulos, so pena de bloquear el nacimiento del nuevo Estatuto de autonomía que la ‘mayoría’ de los catalanes reivindicaban desde la placidez que ofrece un buen día de campo o playa. No tengo constancia de que otro agujero como el del barrio barcelonés haya cumplido la función de espejo en el que reflejar un sinfín de miserias que maquilladas convenientemente, nos habían vendido, –y nosotros adquirido a toca teja–, como una muestra de excelencia, rigor y singularidad. La maldita excepcionalidad. En el siguiente enlace puede apreciar de forma detallada los casos de corrupción en Cataluña https://bit.ly/31ZcVWM

Inmersos en el paralelismo que según pasan las décadas ha ido mutando hacia unas claras líneas convergentes (!), nos vamos hasta Andalucía, una región en la que sus ciudadanos, ya desde los albores preautonómicos, pusieron en manos del PSOE los destinos de la región en la confianza (!) de que nada podría salir mal, y ciertamente todo ha salido tal y como habían planificado las mentes brillantes que habitan los miles de despachos públicos, otra cosa bien distinta es que la región continúe ocupando los últimos puestos en desarrollo y los primeros en desempleo, a pesar de las ingentes cantidades de euros que se destinaron con el fin de paliar tamañas desigualdades. Pero claro, la tarea se presenta casi imposible si desde la administración que tiene las competencias, sus máximos dirigentes se empeñaban en desviar los fondos para mayor gloria propia: Ahí están los casos de corrupción que se han juzgado a la espera de conocer la sentencia y también están los otros que se juzgarán si los dioses están por la labor.
Apunté más arriba mi extrañeza ante el clamoroso silencio de las fuerzas del progreso cuando empezaron a conocerse los asaltos al erario público, las mismas organizaciones que ante el comienzo de una campaña electoral se muestran dispuestas a denunciar el peligro de una victoria de los representantes de las tinieblas, mientras que han mantenido y persisten en ello, un mutis por el foro de proporciones bíblicas cuando el robo ha tocado en la puerta del amigo. No hay constancia de llamamientos para denunciar las alegrías de los ERE, los cursos de formación o el caso de las facturas falsas de cierta organización sindical. Menos aún, tengo noticias de manifestaciones multitudinarias de los trabajadores de la Sanidad pública, que como sus colegas catalanes, viven ajenos a esos asuntos.
Como en el caso anterior, adjunto este enlace para que eche un vistazo general del rostro de hormigón que se han gastado los hombres y mujeres poseídos por el ansia de pillar de la caja ajena andaluza https://cutt.ly/oevrZaQ

Canarias

Como no deseo que nadie afirme que me preocupo de lo lejano y olvido lo próximo, como si las regiones a las que me he referido fueran algo ajeno a mí, dedicaré la última parte de este trabajo al archipiélago asirocado en el que nací y vivo. Siete islas principales, más La Graciosa que junto a dos islas y otros tantosislotes forman el Archipiélago Chinijo.
Desde que el 14 de abril de 1978 se pusiera en marcha la etapa preautonómica confiados como el resto de compatriotas de que emergía una forma descentralizada, más rápida (y más eficaz. Ahora toca reír por no llorar), de gestionar el interés público, la realidad ha mostrado que hasta la fecha esta región ha ido acumulando un sinfín de miserias con merma de mucho dinero, y en algún caso, y tras una larga investigación judicial llegado el momento del juicio, el asunto se solventó y quedó en agua de borrajas: Para satisfacción del delincuente y el enésimo desánimo de las víctimas.

Nuestro casi 155

Transcurridos unos años desde el pistoletazo Pre, llegamos a 1993 con la irrupción –ya venían haciendo ruido enquistados, primero en UCD y luego en CDS–, de uno de los mayores cánceres habidos, el insularismo encarnado en la Agrupación Tinerfeña de Independientes (ATI), pura derechona, que para disimular y tras la invención en el resto de las islas de otros tantos engendros insularistas que dieron cobijo a los más retrógrado de cada casa, fundó Coalición Canaria, una cáscara sin sustancia a quien aplican varias capas de un nacionalismo inexistente porque de algo había que disfrazarse para presentarse ante el inquilino de La Moncloa como el ogro defensor de la canariedad. A partir de ahí y gracias al apuntalamiento que ofrecen PP y PSOE, cooperadores necesarios para mayor gloria de CC, una de las grandes bisagras que ha pasado por el Congreso de los Diputados, y con quienes gobierna en coalición indistintamente, se adhieren a los despachos de la administración regional durante veintiséis años. Aunque no está directamente relacionado con CC porque sucede cuatro años antes, no me resisto a ofrecerles algunos momentos tan gloriosos, –más bien patéticos–,como el que aconteció en 1989 cuando el por entonces presidente regional, Lorenzo Olarte, recibió el aviso del Gobierno de la nación presidido por Felipe González, de que este estaba dispuesto para aplicar el artículo 155 de la Constitución con el fin de aplacar lo que Madrid entendía como un rebelión fiscal de las Islas. Quiero pensar que en este caso, el gobierno de González quiso mostrar la firmeza que no tuvo hacia Banca Catalana –risas–. El otro chiste tuvo lugar un cuarto de siglo más tarde, en 2014, cuando bajo la presidencia de Paulino Rivero, el gobierno que él preside se pone duro y avisa de que convocará un referéndum para que los canarios nos manifestemos a favor o en contra de los sondeos petrolíferos que Repsol tenía previsto realizar en las costas del Archipiélago, hasta que el Tribunal Constitucional, año 2015, declaró inconstitucional el decreto de octubre de 2014 que para tal fin había convocado el Gobierno regional. También hemos tenido cartelitos con mensajes sutiles, canciones y mucha alegría con banderas. Lo habitual.

En Canarias, al igual que en otras regiones, disfrutamos del dudoso honor de tener entre nosotros a saqueadores de las arcas públicas que como sus colegas peninsulares, han mostrado un afán desmedido por aligerar de peso los cajas, imagino que con la intención de hacer más llevadera la vida de las áreas de la Hacienda municipal, insular o regional. Como en una botica que se precie, por las islas han medrado honrados (!) concejales, virtuosos consejeros y brillantes cargos del Gobierno canario. Si desea ampliar la información sobre las alegrías con los euros, pinche el enlace https://cutt.ly/oevr9Z0
Y como todo llega a su final, hasta aquí he llegado.

sábado, 25 de mayo de 2019

¡Todos somos hijos (con perdón) del Régimen del 78!

Desde que las mentes pensantes del movimiento 'revolucionario' que surgió al albur de la ocupación del espacio público allá por el 15 de marzo de 2011 crearon el mantra que aboga por la aniquilación de lo que han dado en llamar el Régimen del 78 (año de aprobación de la Constitución. Franco murió en 1975) mucho se ha escrito, reflexionado y vociferado al respecto, aunque creo que todos -especialmente los amantes de la vía liquidadora- han pasado por alto una antigua máxima: No muerdas la mano que te da de comer.

A por ellos

Afirman cada vez que pueden que el pacto constitucional que dio paso a la Carta Magna de 1978 –perdone que repita algunos datos, pero el cuerpo me lo pide–, fue el contubernio de los herederos del franquismo y el poder económico, amén del PSOE, el PP -y los nacionalistas vascos y catalanes que siempre se han caracterizado por su afición a dinamitar el concepto de España como nación, tema con el que vienen dando el coñazo desde el siglo XIX--; y de los latifundistas, especuladores de altos vuelos, la Embajada de EE UU en Madrid y las instituciones europeas, porque como todos sabemos, España no fue Europa hasta hace un par de días.Unamos a lo dicho, que Podemos más sus anexos y realquilados, exigen a Sánchez -vuelta la burra al trigo-, derogar la Ley de Amnistía de 1977 https://www.boe.es/eli/es/l/1977/10/15/46/con y abrir juicio a colaboradores del franquismo -olvidando que de aquella ley se beneficiaron una piara de terroristas, alguno de ellos, podría entrar en pánico si tal derogación fuera posible.Y ahí se encuentra una de las madres del cordero.

Imaginemos que el presidente volador del Gobierno quisiera, entendiera y aplaudiera esa iniciativa, mas con lágrimas en sus ojos tendría que recordar que el artículo 9.3 de la CE  Constitución española
no permite la "irretroactividad de las disposiciones"; bien es cierto que el cumplimiento de los diversos códigos no es un deporte de gran predicamento entre las castas de antaño y hogaño. ¡Ay, Señor! Entonces, advertido de la imposibilidad legal de su demanda, desde su escaño en el hemiciclo, Pablo Iglesias largaría una de sus famosas soflamas y a otra cosa, porque hemos aprendido que cuando habla el prócer, los acólitos cesan en sus gritos hasta nueva orden. Y sosiego.
Pero como esta era la estación término a la que yo deseaba llegar, ahí va lo siguiente:

¿Acaso los que rebuznan la abolición de lo indicado anteriormente no se dan cuenta que se ponen la soga al cuello, que están dinamitando su status quo, el modo de vida que les ha permitido llegar hasta este momento? Y es que el tan denostado Régimen del 78, ése mismo, es el que ha hecho posible la aniquilación que tanto ansían. En su interior porta el virus que, activado adecuadamente, –están en la tarea– está provocando la infección controlada de todo el edificio constitucional. El régimen actual, -tontitos míos, iletrados con doctorados y másteres varios-, es la puñetera clave de bóveda que hace factible la descomposición del actual sistema democrático -imperfecto, lleno de trampas, pero democrático y por tanto, susceptible de arreglos-: ¡Es el hábitat que permite el nacimiento, desarrollo y larga vida de todos ustedes: rémoras que vociferan sin vergüenza, meapilas de segunda generación, salvapatrias según sople el viento y agencias de colocación de sus tropas.

Así que si los garrulos con ansias revolucionarias insisten en su empeño, estarán facilitando su propia extinción, ese modo de vida que descubrieron hace unos pocos años y que está tan alejado del trabajo duro, de las nóminas escuálidas, del subsidio que no alcanza para nada; si persisten en el empeño, destruirán el disparate que con tanto mimo diseñaron los padres del Régimen del 78. Entonces no habrá Estado plurinacional, ni noción de naciones, paguitas para todos ni esas políticas y/u observatorios que tanto han hecho por la desigualdad y falsificación de la historia común.
Así que desde esta tribuna -al borde de un precipicio, con el mechero al viento mientras escucho las notas del insoportable Imagine-, sólo me queda gritar: ¡Todos somos hijos del Régimen del 78!. Y añado: Si no es por ti, que sea por tus niños y los niños de tus amiguitos; y los niños de tus otros amiguitos… y por las hipotecas.



lunes, 20 de mayo de 2019

Estás que te mueres

No es cierto a pesar de las apariencias y del empeño, -con ese tufo no exento de sadismo-, que pone el especialista; no puede ser que en este preciso instante se me acabe la cuerda. Y mira que lo intento, una y mil veces, pero no consigo que ese hombre cambie de opinión… Y entonces, así, sin que se me note la desesperación, con las gotas de sudor y el temblor de manos en su justa medida, yo me pregunto ¿dónde está escrito que un servidor se vaya a morir sin razón aparente?


Estimado don Claudio, esto se acaba. Vaya arreglando los papeles. Atentamente… La Parca.

Y el galeno que se me queda mirando con esa cara tan singular que tienen los neumólogos, (sobre todo cuando fuman en su tiempo libre), que nada tiene que ver con el gesto algo despótico del que hacen gala algunos reumatólogos, cardiólogos y ese pesado del estomatólogo.

Así que me muero, ¿o me equivoco?,le pregunto por si lo pillo en una duda como a Fernando VII. Se me queda mirando, entorna los ojos -coño, ese gesto es nuevo- y me dice no sé qué del deterioro irreversible del pulmón derecho, ¡a mí con esas! que siempre destaqué por mis múltiples compromisos con todas las causas a medio perder. Caramba, otra vez se me va la pinza…, arrugo el ceño, aprieto los puños y lo cierto es que únicamente recuerdo que su perorata concluyó con algo así como:todos nos moriremos”.

Ahora me encuentro sentado junto a una fuente de cuyos caños lo único que mana es un hilo de hormigas suicidas, frente a mí, un largo pasillo que vivió -tiene guasa- mejores tiempos y al que el abandono ha dejado con muchas ‘calvas’ y el recuerdo del que fuera un manto de gravilla. Y como no quiero hacer el esfuerzo, prefiero no preguntarme por qué estoy aquí, aún conociendo la respuesta; a pesar de que visito este cementerio menos de lo que debiera, a pesar de que mis recuerdos pesan lo necesario, si es que eso fuera posible. Aunque se me rompe el alma por varios sitios porque soy incapaz de abarcar el dolor que me desgarra cada vez que estoy aquí y no puedo permanecer más allá, sólo un poco más, hasta que sienta algo parecido al alivio.
Leo en un cartel cercano que me encuentro en la Zona A, Unidades de enterramiento desde la 123.489 hasta la 127.015. Contemplo mis manos, las apoyo en el banco y las uso a modo de catapulta. Camino con pasos cortos observando casi nada y me río; escucho el ruido que hacen mis pies y compongo un chiste: Claudio, vas con la muerte en los talones. Paso junto a varios nichos y leo: “Tus hijos y nietos no te olvidarán”, Promoción de 1948, con afecto”... y esta última con la que casi me lío: ‘Zona de zanjas: Precaución’. Madre del amor hermoso, tampoco hay que adelantar el momento del óbito.


Con los penúltimos rayos de este sol otoñal me asalta el recuerdo -¿cuándo he mentido?- de aquella crisis existencial, fruto de una adolescencia errática, por la que estuve a punto de tomar las hábitos de la congregación que gestionaba el cementerio. Me entrevisté con el prior que tuvo a bien mostrarme las instalaciones, hablarme de la filosofía que guiaba a su orden y de algunas cosas más, pero todo se quedó flotando en el aire, al igual que esas dos hojas que se han desprendido del árbol que acabo de dejar atrás.


Suena el móvil y en la pantalla aparece 'Farmacia Julián’... qué buena gente es este hombre. Me ha recordado que puedo pasar a recoger las pastillas para el colesterol y el jarabe antitusivo. “Don Claudio, no se olvide que mañana se cierra la porra para el partido del siglo’. Que me esté muriendo no es óbice para abandonar el cuidado de mi salud ni esas otras virtudes que jalonan la vida -a pesar de la Parca-.
Con todo el ajetreo apenas he tenido tiempo para pensar en mi muerte, en la ropa con la que me amortajarán, si deben o no recortarme la barba y el color y modelo del ataúd dentro del cual me despediré de este mundo mientras la candela hace su trabajo. Así que ahora y tras meditarlo largo tiempo, -elipsis le llaman-, creo que la incineración me dejará ligero, ingrávido… hecho polvo.

¡Cuánto tiempo sin habernos honrado con su presencia!. Pase, pase, don Claudio que su mesa de siempre está esperándole y don Julián, también. Imagino que comenzaremos con un vino y algo de… –y en ese momento interrumpí el caudal verbal de Antonio a quien miré con esa mirada que sólo tiene alguien que sabe que esto se acaba. Querido Antonio, -le dije, antes de entrar a 'matar’-, me gustaría hacerles partícipes de una confidencia. Verán, a parte de ustedes no tengo a nadie más en esta vida por la que he transitado con luces y sombras. Y ahora, según me ha confirmado el neumólogo -cuya existencia espero que sea larga y venturosa- mi presencia aquí toca a su fin. Caras que mudan de color, manos que no encuentran su lugar en este mundo y, también debo apuntar, unas lágrimas que empiezan a poblar los ojos de mis amigos. Tomo aire, les dedico una sonrisa para darles el tiempo hasta que puedan recomponer la figura… y reanudo el discurso. Sé que nunca se sabe cómo dar este tipo de noticia, coño, se pueden imaginar mi cara, pero tras un primer momento de desasosiego, de negar tamaña posibilidad, de ciscarse en las Ciencias médicas, se va aposentando la realidad por cruda que sea. No, amigos míos, no se pongan tristes, al fin y al cabo, y si me fío del médico, todos nos tenemos que morir… ¡Julián, Antonio, arriba esos ánimos!, Y ya está bien de tanta pena. Vamos a por esa primera botella de vino, que estoy que me muero, o casi.

Sala 6. Claudio Hernández Vallejo. Incineración. 12:30 horas. Dos coronas de rosas rojas flanquean el ataúd. En la cinta de una se puede leer: De Antonio, para el amigo del alma”, mientras que en la otra reza: Esto no se acaba aquí”.




miércoles, 3 de abril de 2019

Los hijos padres








"Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre". Con tal ‘certeza’ nunca se sabe dónde diablos espera agazapado ese golpe que la Fortuna –diosa, dicen– está dispuesta a derramar sobre el pellejo del buscador. Y con semejante información, lo mejor que puede ocurrir es que el preguntador acabe siendo encontrado por aquellos que husmean hasta en las entretelas de un ataúd. Y no, no crea usted…, ¿dijo que se llamaba Pedro?, que somos mala gente, simplemente doblamos esquinas que jamás quisieron ser avenidas, aventamos preguntas que el rebuscador ignoraba que es mejor no hacer; somos los hijos de unos padres que abrieron puertas que se creían inexpugnables, somos la nausea para después del brindis.Y no, no se crea todo lo que cuentan por ahí, porque a veces, tras la última muerte de tinta, tras colgar el teléfono que rebosa súplicas, es posible que alguno de los aquí presentes, recuerde su infancia y pregunte por ese¡pinche padre!

viernes, 8 de marzo de 2019

Ellos son nosotros

“Tu padre es un ladrón, un cabrón, ¡españoles!”

Jamás he buscado justificaciones que sustenten los motivos que me llevaron a elegir la frase que aparece escrita en cursiva y debajo del título, pero en el caso que me ocupa, creo que es necesario: La barbarie del terrorismo etarra, tanto de los que apretaron el gatillo como de aquellos palmeros miserables que justifican –no me equivoco al usar el tiempo verbal– esas atrocidades, debe aparecer sin medias tintas.
He leído Morir para contarlo (SAHATS Servicios Editoriales, 2014) escrito por Salvador Ulayar Mundiñano, –prologado por Ángeles Escrivá–, un relato desgarrador, devastador, directo, escrito desde la serenidad de un adulto cuya niñez junto con la de sus tres hermanos “se quedó corta de padre”, de un progenitor que fue asesinado delante de ese Salvador de trece años a manos de unos sicarios a la par que vecinos. Porque no sólo están quienes empuñaron la pistola, también forman parte de esta historia (y de tantas iguales y parecidas ocurridas en Navarra o el País Vasco) familiares directos que jugaron su papel en ese asesinato; gentes que acosaron durante años a ciudadanos inocentes, –por ejemplo, a los Ulayar Mundiñano– simplemente porque no comulgaban con los delirios. Y no, jamás se podrá igualar a víctimas y verdugos: Jamás.

Este trabajo escrito por Salvador Ulayar no es un texto amable –¿qué es eso de amabilidad y buen rollo cuando de la vida estamos hablando?–, porque no tiene que serlo, porque como señala el escritor, “sólo abro mi corazón… llenando páginas con la tinta del recuerdo”, en alguien que ha sobrevivido durante largos años, (casi una eternidad), acompañado del desconsuelo, que como afirma “ha sido mi único consuelo”, pero con las cosas claras: “aprendí que no debía importarme lo que digan aquellos que no me importan”.
En Morir para… no sé qué momentos son más intensos porque en este caso, la realidad que describe jamás podrá ser superada por la ficción, y no será porque los expertos en blanquear no se empeñen en la tarea, mas si tengo que buscar fragmentos en el texto para destacar, sirva este estado de ánimo allá por el año 1996, donde el menor de los Ulayar Mundiñano se enfrenta a la salida de prisión del asesino de su padre, Jesús Ulayar…, y su pozo interior se revuelve, y allí en el fondo, están guardadas las inmundicias: “llamadas, miedo, muerte, venganza, nada, dolor, ansiedad, angustia, pena, llanto, rabia, debilidad… humillación, burla, acoso”…
Habría más, mucho más que añadir, pero eso le corresponde a usted, lector.

martes, 22 de enero de 2019

No todo pobre es un pobre diablo

Tengo la sensación –y como tal, no exenta de subjetividad– que cuando en alguna novela, folletín o largometraje de género negro –y subgéneros– se aborda el mundo del quinqui, laja o ruina humana con residencia en un barrio de viviendas sociales de los años cincuenta o su versión desarrollista de enjambre poligonero inaugurado en los setenta, –sea como trama principal o no–, me encuentro con personajes pegados al lamento de lo puteados que están por la policía corrupta, el padrino subdesarrollado que trafica con casi todo lo que se mueve o con un padre borrachín e incluso politoxicómano, que termina confundiendo su amor por la birra con ese que jamás recibió, y con tal bagaje, se vuelven remisos –los jovenzuelos, claro– en grado sumo a buscarse la vida sin joder al prójimo.
La deuda social: Y una mierda
Más aún, esas piltrafas, –y siendo honesto, no siempre todos los personajes cojean de ese lado miserable ¿o tal vez, sí?– lloran por las esquinas mientras se reparten el botín del palo a un vecino que reside tres calles más abajo (ser humano que quedará destrozado para los restos y al que poco caso se hace). Luego, tras su heroicidad, se apalancarán en el parque, plaza o esquina con vistas, desde donde sin importar las condiciones meteorológicas o las acampadas de los seguidores del lema verdadero, gritarán su mala suerte… y vuelta a empezar ¡cojones!, que esta mierda de vida es una vida de mierda (sic). Y muchos de esos pibes, si se tercia, alardearán de un calamitoso expediente académico con más repeticiones de curso y expulsiones del instituto que cierto motorista aficionado a besar el asfalto.
¿Qué hacemos con estos mimbres?, ¿lo convertimos, acaso en el material con el que construir [justificar] una mierda de vida hasta que la sobredosis o atraco frustrado los facture para las chacaritas?
Pero no
No todos aquellos que cayeron en la ruina por los motivos que sean, –y los hay que se hundieron tanto que ríase usted del Titanic–, tras digerir el ladrillazo que supuso la tragedia se rebelaron sacando, si no todo el cuerpo, sí al menos esa parte necesaria para continuar viviendo.
Y es que no todo pobre es un pobre diablo que busca el subsidio a perpetuidad de la palmada en la espalda o el hombro sobre el que enjugar una furtiva lágrima; ni tira por la calle de en medio de joder al prójimo (porque la sociedad les debe algo) y aprovecha que se apagan las luces y la víctima queda al margen de los focos, para esbozar una sonrisa en la que se halla la promesa de que su vida correrá a cargo del otro. Esto es, de los paganinis de siempre.
Insisto
Y claro que hay perdedores que jamás levantaron la cabeza muy a su pesar; y ahí estuvieron sobrados de dignidad y la palmaron; y ahí están boqueando con toda la decencia que permite el hambre –sí, inclusive la del plato nunca colmado o la de la injusticia con bendición oficial–. Y sí, esas historias son tan negras y criminales y llenas de matices que deben relegar al olvido de la nota al margen –y me pierde la bondad– a esas historietas del matao que llora por la farlopa perdida.