viernes, 18 de julio de 2025

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   ¿Son buenos porque son pobres que habitan un lugar pobre de solemnidad, rebosante de maldad e ignorante de lo que son las oportunidades y, por tanto, qu茅 mejor soluci贸n que partir hacia un pa铆s, que m谩s que una vieja naci贸n, se vislumbra como una suerte de cuenco que derrama fortuna?

¿O tal vez esas masas ‘hambrientas’ recalan en estos pagos dispuestas a ensordecer, no los ruidos de las tripas, y s铆 las exigencias de unos aut贸ctonos que s贸lo se preocupan por ellos y no sienten ni padecen por esos seres de luz con los que no comparten nada?

Y esa obsesi贸n por regalar la nacionalidad espa帽ola cuando existe una opci贸n que en nada compromete nuestra existencia: Los permisos de trabajo, y por tanto, el de residencia ¿Han pasado a mejor vida porque aquellos que nada tienen en com煤n con nosotros, los espa帽oles, tienen una suerte de sacrosanto derecho a residir entre nosotros sin mayores obligaciones y con todos los derechos?

Sucesos que suceden

¿Los disturbios acaecidos en Torre Pacheco podr铆an considerarse como una acci贸n de falsa bandera? La pregunta viene a cuento porque los tres marroqu铆es implicados en la paliza al espa帽ol, (que ahora declara no querer saber nada del asunto y reclama volver a la ‘normalidad) que fue el desencadenante del hartazgo, no residen en esa localidad murciana. ¿Ha sido mera casualidad? ¿Asistimos a un an谩lisis conspiranoico? O tal vez se ha provocado un incendio para despistar al personal de esos otros asuntillos que est谩n dinamitando los ya endebles cimientos de la Naci贸n espa帽ola.

Pero vayamos al meollo de la cuesti贸n, que esto se pone duro en ausencia de una excitaci贸n, a todas luces fuera de contexto, que lo justifique.

   Corr铆a el a帽o de Nuestro Se帽or de 1550 y la Conquista de Am茅rica segu铆a su curso hasta que fray Bartolom茅 de las Casas –a quien nunca podremos agradecer lo suficiente que encendiera la mecha de la infame Leyenda negra antiespa帽ola- pone el grito en el cielo en relaci贸n a lo que 茅l consideraba como un trato vejatorio del que eran objeto los abor铆genes americanos y ah铆 surgi贸 un hecho hist贸rico, La Controversia de Valladolid, que puso los cimientos de lo que cuatrocientos a帽os m谩s tarde ser铆a conocida como la Declaraci贸n universal de los derechos humanos. Y no, no se asombre, que la monarqu铆a hisp谩nica no era la reserva de la ignorancia y el trogloditismo a este lado de Europa, un continente que no se entiende sin Espa帽a.

   ¿Y qu茅 relaci贸n tiene lo acontecido en el siglo XVI con la invasi贸n de inmigrantes ilegales, sobre todo magreb铆es y subsaharianos que destruye el solar hispano en el siglo XXI? Salvando las distancias, tanto temporales (quinientos a帽os) como 茅ticas y morales, la situaci贸n que desde hace a帽os sufre Espa帽a y padecen en sus carnes los nacionales, se podr铆a asemejar a una especie de controversia fomentada por quienes alientan y se enriquecen con el tr谩fico de personas cuando surgen las voces de aquellos que denuncian la llegada masiva de gentes con unos usos y costumbres absolutamente incompatibles con lo nuestros. Entonces aparecen en escena nuestros famosos l铆deres: Pol铆ticos con un tufo a traidores que tira para atr谩s, las organizaciones progubernamentales, antes conocidas como ‘oeneg茅s’ y las 茅lites globalistas, que exigen el respeto hacia esas legiones de personas ajenas que merecen, afirman con una rotundidad que ni el fraile dominico del XVI, toda la atenci贸n y un trato igualitario hasta el punto que los espa帽oles, en un porcentaje por descubrir, est谩n pasando a engrosar las filas del lumpen pagando, eso s, la ‘fiesta’ que ha ordenado el poder y haciendo realidad el lema ‘agendero’: No tendr谩s nada y ser谩s feliz.

   ¿Y hasta aqu铆 hemos llegado? Depende, todo depende, aunque una cosa deber铆a quedar meridianamente clara y es que sestear mientras la casa se incendia, el barco se hunde o el coche se queda sin frenos, nunca ser谩 una buena idea.


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