viernes, 17 de enero de 2025

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Hoy se cumplen cincuenta a帽os del robo de las joyas del Pino. Ha transcurrido medio siglo, que dicho as铆, pareciera que el asunto se pierde en la noche de los tiempos o se oculta entre la bruma invernal que cubre la Villa cuando fr铆os y lluvias envuelven el ancho y largo del lugar. Pero resulta que el elefante sigue en la habitaci贸n para disgusto de quien custodiaba las alhajas, que transcurrido el tiempo, no ha exhibido el m铆nimo inter茅s en recordar y reflexionar sobre un hecho tan relevante que traspas贸 -tanto de manera ilegal como sentimental- no s贸lo las puertas de la Bas铆lica de Teror (Gran Canaria), sino que tambi茅n atraves贸 los sentimientos.

Aquella ma帽ana del viernes 17 de enero de 1975 se fue desperezando mientras una llovizna dejaba su impronta en el pavimento terorense y la noticia iba corriendo de boca en boca entre gestos, primero de incredulidad, que con el pasar de las horas se fue transformando en tal enfado, que algunos comenzaron a dirigir su 铆ndice acusador hacia un lugar concreto, por el que desde el a帽o anterior sent铆an desconfianza.

Resulta curioso que este episodio hist贸rico haya levantado el mismo inter茅s literario que las proezas de un ornitorrinco con problemas estomacales, tanto es as铆, que al margen de art铆culos period铆sticos, Mil novecientos 75, novela publicada en 2021 y escrita por un servidor, sea de los escasos trabajos literarios que trata este asunto a medio camino entre la novela hist贸rica y el g茅nero negro.

La justificaci贸n

Cuando en 1974, Jos茅 Antonio Infantes Florido (1920-2005), obispo de la Di贸cesis Canariensis (1967-1978), entiende como una necesidad imperiosa la tasaci贸n de las joyas que exhibe la virgen del Pino en sinton铆a con los aires de cambio que soplan tras el Concilio Vaticano II de cuyo final se hab铆an cumplido nueve a帽os, debe entenderse la publicaci贸n de su instrucci贸n pastoral titulada Las alhajas de la Virgen del Pino. En ese documento, el prelado sevillano comienza explicando que «La actitud misionera es y ha sido siempre el cometido principal de la Iglesia, seg煤n la conocida frase del Concilio Vaticano II de que ella es el signo de la salvaci贸n en Jesucristo», por tanto los mensajes nunca «pueden comunicarse sin el medio apropiado del lenguaje», y ah铆 aparece el binomio que conforman el mensaje y el signo. Y es en los primeros p谩rrafos del documento donde el m谩ximo representante de los cat贸licos de esta parte del Archipi茅lago canario presenta sin ambages la clave de b贸veda de todo su discurso, aunque muy al contrario de lo que ocurre en arquitectura, esa dovela espiritual no transmiti贸 ni en todo ni en parte, las tensiones que estaban por llegar.

Que se empe帽ara en realizar una tasaci贸n de las joyas y que hiciera p煤blico el resultado de la misma formaba parte de ese sentido significante, de tal forma que esas alhajas aparecieran a la vista de muchos, pod铆a entenderse como una contradicci贸n (y por ello, la mejor justificaci贸n ser铆a convertirlas en pesetas contantes y sonantes) ante las «necesidades y problemas de los d茅biles».

El robo

Pero si la pastoral fue el armaz贸n ideol贸gico del que se vali贸 la Iglesia para convencer a los feligreses de que los tiempos estaban cambiando y la transformaci贸n de las joyas en dinero deb铆a ser el camino a seguir, con el resultado conocido, no es menos cierto, que todo lo que rode贸 el robo merece alg煤n comentario. La noche de autos, la Villa de Teror se qued sin suministro el茅ctrico durante tres horas, una aver铆a que es otra de esas casualidades que provocan la risa; luego tenemos el asunto de si la puerta de la Torre amarilla qued贸 abierta o eso fue imposible, tal y como se帽alara en varias ocasiones 脕ngel Ortega Ortega, el entonces monaguillo de la Bas铆lica, por cierto, un edificio que no contaba con un sistema de alarma.

¿Qu茅 hicieron los investigadores con uniforme y toga tras recopilar ‘toda’ la informaci贸n? S茅 que en los archivos de la Jefatura Superior de Polic铆a se custodian cinco documentos ¡Cinco!, alguno tan curioso como la relaci贸n de viajeros del vuelo 50 de Iberia Gran Canaria- El Aai煤n, cuyo capit谩n entreg贸 a la Brigada de Investigaci贸n Criminal el listado de pasajeros del 17 de enero por si acaso. Se cotejaron las huellas dactilares entre lo m谩s brillante del hampa insular, entre ellos se hallaba el tristemente famoso 脕ngel Cabrera Batista, alias El Rubio, que al a帽o siguiente estar铆a implicado en el secuestro del industrial tabaquero Eufemiano Fuentes D铆az. ¿Y? Pues que jam谩s se juzg贸 a nadie, asaltando la pregunta de si aquello result贸 un robo perfecto o una investigaci贸n deficiente. Tal vez fue el mejor a帽o para asaltar la Bas铆lica -a pesar de que, casi a modo de susurro, el runr煤n sobre la identidad de los posibles ladrones resuene con otra letra y melod铆a- y los peores doce meses de la d茅cada para realizar una exhaustiva investigaci贸n policial: Franco estaba agonizando y los fontaneros del Estado -tanto los activos como aquellos que anhelaban los puestos- andaban ajustando llaves y bajantes.


El 17 de enero de 1975 fue un viernes que amaneci贸 con una llovizna que cubri贸 t铆midamente los barrancos, puentes, azoteas y los corazones de la Villa de Teror. 

Hoy es 17 de enero de 2025, un viernes para recordar que hace cincuenta a帽os, o si lo prefiere, medio siglo, esa acogedora Villa Mariana, epicentro de la religiosidad de Gran Canaria, hace memoria (a pesar de quienes prefieren el olvido) mientras en la Plaza de la Alameda el tiempo transcurre y una brisa acaricia sus piedras.


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