sábado, 1 de octubre de 2022

𝗣𝗮𝗿𝗼𝗹𝗲, 𝗽𝗮𝗿𝗼𝗹𝗲...

   


   No existe relación entre el título de este artículo y el alumbrado público, pero sí mucha con Mina Mazzini
y Alberto Lupo y aquel tema musical -Parole, parole (Palabras, palabras)- que vio la luz en los años setenta. Pero no, no dedicaré una línea más a la música porque todo mi saber se centra en un asunto: El futuro de Italia tras el triunfo de la derecha.

   Afirman quienes alardean de poseer toda la sabiduría, que lo ocurrido en la patria de Leonardo no es más que el síntoma de una sociedad enferma; que es vergonzoso que hayan votado cuatro gatos -olvidando que si tal porcentaje de 'mininos' se hubiese decantado por la progresía, habrían confirmado que son unos ciudadanos sensatos, inteligentes amén de atractivos-, y concluyen los apologetas de «la verdad es de izquierdas», que si Dios no lo remedia, tendrán que explorar otros medios que pongan fin a esa locura. Llegados a este punto, se puede afirmar sin miedo, que el pueblo soberano ha tomado el camino equivocado y por tanto no queda otra que reconducir la situación, pero ¿Y si todo esto -la victoria de la derecha- no fuera más que un pésimo intento de ópera bufa, un simple trampantojo con el que narcotizar a los electores? Si la respuesta fuera positiva, el escenario no sería otro que el dibujado por Lampedusa: «Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie». Gatopardismo 3.0.

Händel nada tiene que ver

   A pesar de lo que pueda creerse, Georg Friedrich Händel, el compositor de El Mesías, no es británico de nacimiento fue parido en Halle, Alemania, un dato sin importancia para el desarrollo de esta pieza escrita pero que denota el interés del escritor por la música de un hijo adoptado por la Gran Bretaña. Mas, sí existe interés en conocer el por qué de esa pulsión que genera la necesidad inaplazable de tener a nuestra disposición a un ser, que sin apenas esfuerzos, nos convence que irradia una luz especial, que es el portador de la verdad de la buena y que con unos emolumentos, al principio modestos y más adelante ya veremos, promete ser el brazo ejecutor de una venganza aplazada durante siglos. ¿Qué ser bípedo puede resistir tales cantos de sirenas mientras contempla aterrado como se desmoronan «los muros de la patria mía». ¡Efectivamente!


Che cosa sei, che cosa sei, che cosa sei
Cosa sei
Non cambi mai, non cambi mai, non cambi mai
Proprio mai
Adesso ormai ci puoi provare
Chiamami tormento dai, già che ci sei
Caramelle non ne voglio più



   Tal vez sea el escepticismo que ha ido anidando entre los pliegues del corazón el que me hace escribir tan cargado de desánimo, puede ser que a pesar de mis esfuerzos por no caer en los cantos de sirena, casi siempre acabe mordiendo el anzuelo aunque, descubierto el truco, desgarre una parte de mi anatomía para deshacerme de esa trampa. Son esos instantes posteriores y mientras restaño las heridas, que me asaltan los recuerdos de Cosme, un ser humano excepcional que era tal, porque desde su infancia vio claro que con mentiras no se iba a ningún sitio (al menos que se despreciara todo aquello que hace nuestra vida soportable) y que según fue madurando vio claro que o asumía el total de sus miserias o terminaría recostado en cualquier zanja. Cosme, el tipo sin quien la vida de muchos sólo habría adquirido la condición de despojo sin empadronamiento reconocido.


Le rose e i violini
Questa sera raccontali a un'altra
Violini e rose li posso sentire
Quando la cosa mi va, se mi va
Quando è il momente
E dopo si vedrà



   Dicen de Giorgia Meloni -rumores, medias verdades, envidia cochina- que además de tener opciones de convertirse en la primera mujer que presidiría el Consiglio dei Ministri, la susodicha resulta un peligro para la paz mundial, el cambio climático, la democracia que aún podemos disfrutar por la gracia de la izquierda, Draghi, Paco Bergoglio…, y los coches eléctricos, pero sobre todo, Meloni es una amenaza porque con sus ideas cercanas al caos, antepone los intereses nacionales italianos a cualquier idea de orden globalista, agenda mediante. Yo, que de natural soy un ser humano que huye de la violencia en todas sus expresiones, no puedo por menos que reconocer la importancia de llamarse Ernesto sin que por ello pueda sospecharse que tengo un hermano ficticio.


Parole, parole, parole
Parole parole, parole
Parole, parole, parole
Parole, parole, parole
Parole, parole, parole
Soltanto parole
Parole tra noi



   Conviene, no obstante, no perder de vista que una parte de los italianos que todavía residen en el país -se calcula que más de dos millones han dado el portazo- y que decidieron acudir a las urnas, creen que la solución a sus problemas ¿la solución a qué?, bueno, a lo mejor entienden que Meloni representa una vía de… es menos mala que los… o posiblemente el hastío por una realidad putrefacta… Claro que en estos tiempos de sutilezas estilísticas, cualquier tiempo pasado no es más que una historia por contar.


Che cosa sei, che cosa sei, che cosa sei
Cosa sei
Non cambi mai, non cambi mai, non cambi mai
Proprio mai
Nessuno più ti può fermare
Chiamami passione dai, hai visto mai



   Por otro lado, tenemos el papel de la prensa española siempre dispuesta a comer de la mano del amo gubernamental y que se ha lanzado a declarar una alerta antifascista mientras la nación donde venden menos ejemplares que la farola, se hunde ‘plácidamente’ entre susurros norteños y eructos del suroeste. Nuestras élites intelectuales orgánicas debaten del porvenir transalpino, añoran el glamur de napoleónico ¡malditos Daoiz y Velarde! y coinciden en señalar que Meloni es una posibilidad que jamás se dará en España porque los españoles no somos italianos. Y ahí quería llegar desde que empecé con este asunto, porque estimado lector, es el momento de recordar que en algún momento de nuestras vidas hemos dirigido la vista hacia Italia con cierto nivel de suficiencia cada vez que los medios de comunicación se hacían eco del grave problema mafioso, de la corrupción que asolaba a la Democracia Cristiana, de cómo huyó la rata de Bettino Craxi, de los ‘suicidios’ por el tema de Roberto Calvi, El banquero de Dios, la logia masónica P2… Y seguro que ante tal avalancha de miserias no dudamos en afirmar: «Nosotros nunca seremos Italia» Non saremo mai l’Italia.


Caramelle non ne voglio più
La luna ed i grilli
Normalmente mi tengono sveglia
Mentre io voglio dormire e sognare
L'uomo che a volte c'è in te, quando c'è
Che parla meno
Ma può piacere a me



   Lo siento, pero esta pieza no comulga con los cantos de sirenas que vienen de allí y aborrece los berridos españoles, digamos que este artículo es una declaración de intenciones desde una perspectiva (!) preventiva, sin empatía y falto de cualquier vestigio de vergüenza, porque en estos aspectos de la existencia el verbo creer sólo conjuga con mesianismo, latrocinio, pobreza energética, incumplimiento de contrato y estafa piramidal.

Sí, yo quería reflexionar sobre Italia y creo que he logrado mi objetivo sin apenas dejar rastros del estropicio. La demagogia tiene los días contados y quienes cuentan esos días, también.


Parole, parole, parole
Parole, parole, parole
Parole, parole, parole
Parole, parole, parole
Parole, parole soltanto parole
Parole tra noi


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