Con
‘Niño de Elche’ viví una experiencia cercana a la
muerte auditiva durante la parte final de su actuación en la 18ª
edición del Womad Las Palmas de Gran Canaria.
‘Miénteme’
y ‘Que os follen’ fueron esos temas que marcan un después en el
camino al purgatorio, el antes, se desarrolló durante el sábado 11
de noviembre de 2017 con un paseo por la costa noroeste, besos, una
buena comida y la decisión, a todas luces improvisada, de acercarnos
hasta el Parque Santa Catalina para recordar los viejos tiempos, allá
por los años noventa, cuando la organización inspirada por Peter
Gabriel plantó sus reales en esta urbe atlántica.
Me tomaré una libertad adentrándome en profundidades éticas: 'Miénteme' es toda una declaración de intenciones políticas: ¿acaso duda?, pues Contreras preguntaba al público que abarrotaba la zona. "y aquí ¿cuándo son las elecciones?", la respuesta que recibió se perdió entre imágenes de lascivia que se desarrollaban no muy lejos de donde estábamos.
Será
que uno no está según para qué trotes, pero el paseo por el
parque, -con un buen ambiente- dio para curiosear los puestos de
artesanía, pocos pero resultones, y descubrir que el paisanaje lo
integraban de forma mayoritaria seres humanos que rondaban la
treintena larga de años (los más jóvenes). Nos sentimos
entre los ‘nuestros'.
Otro
de los aspectos a destacar en la visita etnomusical tiene que ver con
el hecho de no haber sufrido accidente alguno -ni un solo vaso
derramado junto a nosotros, ni una salpicadura que mancillase nuestra
indumentaria; ni siquiera hubo un borracho que tuviera a bien
elegirnos como objeto de sus delirios. No sé si achacar el hecho a
mi cara de mala leche o la decisión de alguna deidad.
Y
mientras en el escenario principal Bombino disparaba
acordes, regresaban a mi torturada memoria ciertas imágenes durante los
gorjeos del ilicitano: un grupo de jóvenes poseídos por los efluvios
alcohólicos que a modo de homenaje -creo- movían sus cuerpos al más
puro estilo rave, mientras que sobre el escenario junto al edificio
Miller, Francisco Contreras -con su particular cadencia- tuvo a bien
introducirse el micrófono en la boca, poniendo en peligro la
integridad estructural del chisme. Pero ahí no quedó la cosa… o
tal vez sí: ¡Que os follen!
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