Tanto tiempo denunciando hasta la afon铆a las miserias que acarrea el «consenso progre» y en la segunda oportunidad ―e imagino que para sorpresa desagradable de propios, extra帽os y adosados y la adhesi贸n inquebrantable de la masa asociada― VOX acoge entre sus brazos al becerro de oro, un tal Ram贸n Tamames.
Supongo que la decisi贸n ha sido fruto de una reflexi贸n de largo recorrido, hija de debates acalorados y prima hermana de sesudos an谩lisis, tras descubrir el imposible metaf铆sico de hallar un candidato de derechas que fuera capaz de concitar el hasta ayer maldito y hoy anhelado «consenso progre», ¡Diantres!, qu茅 mejor soluci贸n que ungir a Ram贸n, (militante de pro del PCE, creador de la Federaci贸n Progresista y cofundador de Izquierda Unida hasta que se traslad贸 c贸modamente al CDS de Su谩rez), con el 贸leo de la moci贸n, y que sea El Candidato, pero sin llegar al estado de perturbaci贸n descrito en la novela de Richard Condon -The Manchurian Candidate-.
Ahora bien, ¿Qu茅 tiene de malo el pasado? y abundando en el tema ¿Cu谩ntos pasados puede tener un hombre? ¿Acaso es posible igualar los pasados con el n煤mero de chaquetas? Creo que responder adecuadamente puede ayudar a entender el por qu茅 de esta decisi贸n adoptada por quienes habitan la sede de la Calle Bamb煤.
Pero la misa a煤n no est谩 dicha…
Hay un aspecto importante que requiere algo de atenci贸n, y que como el mantra del «consenso progre», deber铆a ser la clave de b贸veda del discurso de la derecha espa帽ola: La batalla cultural, una lucha tan amplia y complicada, que el enunciado apenas muestra todo su valor, porque intuyendo el resto de estrategias dise帽adas en c贸modos despachos con el 煤nico fin de socavar los ya debilitados cimientos de nuestra vieja naci贸n, esta puesta en escena cuyos siguientes cap铆tulos se desarrollar谩n en la Carrera de San Jer贸nimo, me 'animan' a bautizar el evento con el sugerente nombre de «El sitio de Tamames».
Para ir despejando dudas, recuerdo que el viejo profesor ha dicho que nones a cuestionar en el discurso cualquier cr铆tica al disparate de la ley de violencia de g茅nero, el aborto, la eutanasia o el Estado de las autonom铆as, unas exigencias (aceptadas por quienes promueven la moci贸n de censura) que evidencian la coherencia ideol贸gica de un candidato que se tapa la nariz con otros postulados de VOX. Pero resulta que esos temas forman parte de los cimientos ideol贸gicos de la organizaci贸n de derechas que hasta ahora parec铆an unas l铆neas rojas que s贸lo merec铆an la destrucci贸n, mas cuando se rinden las armas miga a miga, por detr谩s llega el zampabollos (la izquierda) que no deja ni rastro, las digiere adecuadamente y enarbola las banderolas al uso, provocando la en茅sima toma del palacio invernal.
Alguien podr铆a se帽alar que son cesiones asumibles cuando lo que se busca es asegurar un bien supremo ―mostrar todas las verg眉enzas del Gobierno actual― ¡Craso error!, porque aspectos kantianos al margen, la situaci贸n se asemeja a la archiconocida raz贸n de Estado, ese agujero negro que se traga cualquier atisbo de decencia por el que, seg煤n quienes la defienden, qu茅 importa defraudar a unos cuantos si consiguen que suene la campana. Pues bien, creo que a pocos se les escapa que esta moci贸n est谩 condenada al fracaso «¡hab铆a que intentarlo!», ―afirman los convencidos que jam谩s dudan de su l铆der―. Albergo pocas dudas sobre la aparici贸n de alg煤n diputado d铆scolo, ni siquiera de varios que se han dejado la piel en el hemiciclo hasta que han encontrado un nuevo acomodo: Me gustar铆a equivocarme.
En definitiva...
Sea por nuestra inveterada querencia por el liderazgo mesi谩nico o debido a otras cuestiones que se pierden entre las profundidades abisales de la conciencia colectiva ―salvo los versos sueltos―, lo cierto es que farolear, a pesar de conocer c贸mo terminan esas apuestas, vuelve a conducir a los p谩ramos de la decepci贸n. Y a estas alturas de la partida, con m谩s cad谩veres que aficionados, es igual el color del estandarte, porque siempre habr谩 quienes aplaudan con las orejas, los pies o las coderas desgastadas mientras la orquesta artr铆tica de tanta humedad, ameniza el baile. Ellos a lo suyo por el bien de todos aunque la masa est茅 dando boqueadas. Por experiencia sabemos que otros vendr谩n que llenar谩n nuestros esp铆ritus con una dosis de esperanza, que esa vez, s铆, ser谩 la buena.