domingo, 12 de noviembre de 2017

Yo estuve en el Womad

Con ‘Niño de Elche’ viví una experiencia cercana a la muerte auditiva durante la parte final de su actuación en la 18ª edición del Womad Las Palmas de Gran Canaria.
Miénteme’ y ‘Que os follen’ fueron esos temas que marcan un después en el camino al purgatorio, el antes, se desarrolló durante el sábado 11 de noviembre de 2017 con un paseo por la costa noroeste, besos, una buena comida y la decisión, a todas luces improvisada, de acercarnos hasta el Parque Santa Catalina para recordar los viejos tiempos, allá por los años noventa, cuando la organización inspirada por Peter Gabriel plantó sus reales en esta urbe atlántica.
Me tomaré una libertad adentrándome en profundidades éticas: 'Miénteme' es toda una declaración de intenciones políticas: ¿acaso duda?, pues Contreras preguntaba al público que abarrotaba la zona. "y aquí ¿cuándo son las elecciones?", la respuesta que recibió se perdió entre imágenes de lascivia que se desarrollaban no muy lejos de donde estábamos.

Será que uno no está según para qué trotes, pero el paseo por el parque, -con un buen ambiente- dio para curiosear los puestos de artesanía, pocos pero resultones, y descubrir que el paisanaje lo integraban de forma mayoritaria seres humanos que rondaban la treintena larga de años (los más jóvenes). Nos sentimos entre los ‘nuestros'.

Otro de los aspectos a destacar en la visita etnomusical tiene que ver con el hecho de no haber sufrido accidente alguno -ni un solo vaso derramado junto a nosotros, ni una salpicadura que mancillase nuestra indumentaria; ni siquiera hubo un borracho que tuviera a bien elegirnos como objeto de sus delirios. No sé si achacar el hecho a mi cara de mala leche o la decisión de alguna deidad.

Y mientras en el escenario principal Bombino disparaba acordes, regresaban a mi torturada memoria ciertas imágenes durante los gorjeos del ilicitano: un grupo de jóvenes poseídos por los efluvios alcohólicos que a modo de homenaje -creo- movían sus cuerpos al más puro estilo rave, mientras que sobre el escenario junto al edificio Miller, Francisco Contreras -con su particular cadencia- tuvo a bien introducirse el micrófono en la boca, poniendo en peligro la integridad estructural del chisme. Pero ahí no quedó la cosa… o tal vez sí: ¡Que os follen!