miércoles, 27 de abril de 2016

Baraka caribeña

De mi tierna adolescencia guardo en el baúl de los recuerdos la voz de Carlos Puebla y los Tradicionales mientras cantan: “De Cuba traigo un cantar hecho de palma y Sol. Cantar de la vida nueva y del trabajo creador (…)”

Ignoro si el 21 de marzo y mientras aterrizaba en La Habana el avión presidencial que transportaba a Obama, algún cubano en cualquier punto de la mayor de las Antillas se acordaba de esa o de cualquier otra melodía revolucionaria, si bien permítame que me decante por afirmar que sus pensamientos podrían ir en otra dirección (no a Florida necesariamente).

La llegada del líder del ‘mundo libre’ de aranceles al ‘paraíso’ socialista es un acontecimiento histórico protagonizado por un mandatario norteamericano que transita por su etapa de ‘pato cojo’ (nada tiene que perder en su segundo y último mandato) que ha sido recibido por el representante de un régimen en el que cuesta respirar más allá del internacionalismo proletario, pero ¿qué importancia tiene la visita?

Fundamentalmente dar el pistoletazo de salida a la nueva era (sin prisas), y poner fechas al desembarco de inversores en áreas tan importantes como todas las relacionadas con las infraestructuras ¿Me olvido de algo?, bueno, por supuesto que la apertura democrática es un aspecto insoslayable (en China o Irán lo saben muy bien) pero a nadie se le escapa que esta cuestión requerirá adoptar otro tipo de estrategias, porque todos sabemos que las ‘primaveras’ siempre han entrado a través (y los oligarcas parten con rumbo fresco a sus paraísos) de las cuentas corrientes y alivian el sufrimiento que es un primor.

Mientras el cuerno de la fortuna rehabilita su sede caribeña, de vez en cuando resuenan los ecos guaracheros que recuerdan que el ”per cápita del pobre siempre se lo come el rico.”