miércoles, 10 de junio de 2015

La 'Parca' realidad


La afición del hombre por coleccionar (sellos, llaveros, cuentas corrientes o amores), se ve truncada por una dama inasequible al desaliento cuya única misión en esta vida es…evitar que sigamos respirando, a pesar de que en los numerosos intentos por esquivar su deseo, casi todos nosotros, alcanzamos las mayores cimas de desesperación: Al final la muerte obtiene su premio.

Sé que mientras escribo este artículo me acerco al final de mis días, aunque espero que semejante conclusión vital tenga lugar dentro de varios años, porque por mucho que lo intento no he logrado convencerme de que la muerte le siente bien a nadie. Es más, no recuerdo que los cadáveres gocen de buena salud, sean éstos de José Zorrilla o de Juan Ruiz de Alarcón, que esa es polémica… de otro tiempo.

Pero ¿cómo he tratado a la Parca en el transcurso de mi vida?, es un asunto al que nunca había dedicado tiempo, y tal aspecto tiene dos visiones bien diferentes. De un lado está la muerte indirecta o aquella que ha afectado al entorno de amigos, vecinos o conocidos. En ese sentido, recuerdo el pesar que sentí tras conocer el suicidio de un amigo con el que había compartido un breve espacio de tiempo: Carlos. Un tipo afable, de diecisiete años. Una pérdida que dejó desconcertados al pequeño grupo de amigos.
Tal vez en este momento, qué mejor que recordar a Antonio Machado cuando dice:

"La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos."

La segunda variable tiene que ver con el fallecimiento de los que hemos dado en llamar ‘seres queridos’ y por quienes, si realmente sentimos mucho cariño, nos vemos inmersos en una situación emocional devastadora. Y aquí hay pocos matices, a pesar de que se crea a pie juntillas que la muerte te da toda una vida de ventaja, porque no existe bálsamo que anestesie la ausencia de los padres, ni tiempo suficiente para hacerse a la idea.
Así que un día lo acompañas a casa, cruzas unas pocas palabras, porque como se está a punto de entrar en la edad adulta, el chaval está tremendamente ocupado con algunas chorradas que requieren toda su atención. Y una mañana la realidad, la de verdad, tiene a bien partirte la cara. Suena el teléfono y…

Inconvenientes

En el asunto que nos ocupa, hay tantas visiones como galaxias, tantos dimes como diretes y tan exquisitas reflexiones como estúpidas conclusiones. Pero de entre todo el maremágnum, la siguiente frase podría valer como resumen: Morir es dejar un pequeño pliegue en la cama. Claro está, inmediatamente es preciso preguntarse ¿Eso es todo? Depende.
Cuando escucho que la muerte iguala a ricos y pobres; que democratiza, no sé si ponerme a llorar o sucumbir a los sicotrópicos porque de momento, los sátrapas y miserables por el estilo, tienen por costumbre morir en un entorno cómodo. Ítem más. Se organizan fastos para los funerales, cuyos gastos corren a cargo de quienes tenemos por norma palmarla entre agobios presupuestarios. Inconvenientes de clase.
En el peor de los casos hay quienes se llevan la miseria hasta la tumba prestada por el ayuntamiento de turno. Un lugar en vertical u horizontal donde acaba la historia de un desposeído de casi todo que tiene como únicos testigos de su despedida a dos viejos amigos de tetra brik, un periodista y al enterrador. Allí en una esquina olvidada yace alguien, aún no olvidado del todo.
Aquél día y tras concluir el acto, se me acercó un viejo y mientras encendía un cigarrillo sin filtro, me dijo: “Tengo miedo de morir porque pienso en el ataúd y me provoca claustrofobia”. Ante tamaña reflexión y al borde de un ataque de risa le dije que podía elegir la incineración, y sin pestañear me respondió que “eso es peor porque la urna es aún más pequeña”.

Ya sé que en esto de la muerte, existe un universo de frases, algunas de una profundidad que ríete de las fosas Marianas, aunque no es el caso de las presentes. También soy consciente que tras la muerte, a ver cómo diablos verificas lo acertado de las mismas, pero seamos pragmáticos: En algún punto de referencia tenía que echar el ancla si pretendo que esta modesta chalupa alcance puerto seguro. O sea, un lugar donde los servicios funerarios trasciendan el pijama de madera ¿Vale un crematorio? Sea pues.

Séneca
La muerte es un castigo para algunos,
para otros un regalo, y para
muchos un favor.

Leonardo Da Vinci
Así como una jornada bien empleada
produce un dulce sueño, así una vida
bien usada causa una dulce muerte.

Marlene Dietrich
¿Miedo a la muerte? Uno debe temerle
a la vida, no a la muerte.

William Shakespeare
Los cobardes mueren muchas veces antes de su verdadera muerte, los valientes gustan la muerte sólo una vez.


Sé que voy a morir, pero no será antes de disfrutar de…

Scriptum est

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