sábado, 12 de abril de 2014

De somos parecidos y me llevo una


Como es de común conocimiento, tenemos a un pequeño grupo de compatriotas (cortitos de neuronas y faltos de ética) que llevan unos años empeñados en proclamar a los cuatro vientos (ignoro el porcentaje de aire que les corresponde por mor de su irrealidad nacional) que son diferentes al resto de quienes habitamos, tanto la Península como los archipiélagos.

Siendo consciente del gran interés que despierta este asunto, voy a emborronar estos folios reflexionando en torno a la solidaridad de la que hacen gala los virreyes regionales. Esos mismos que a las primeras de cambio, lloran desconsoladamente cuando se han 'fundido' el efectivo.

Amigo presidente, he perdido la cuenta de las veces que tus mejillas fueron el cauce al torrente de lágrimas que han empapado tu rostro. Una cara, la mayor de las veces, curtida en mil batallas (mentiras y decepciones) hecha de un material insensible al dolor ajeno y que has maquillado, cuando la ocasión era propicia, para defender lo que considerabas discriminación y privilegios del vecino.

Tú, que te llenas la boca de solidaridad interterritorial, que exiges un reparto justo y equilibrado de los dineros públicos y que levantas los brazos al cielo demandando justicia y equidad para el territorio al que dices representar con la mayor de las dignidades (“no creerá usted que iba a llegar hasta aquí en taxi”). Ese eres tú.

Tú, que junto con el amplio equipo de colaboradores (familia, amigos y medio pensionistas) aligeran las arcas públicas en beneficio propio, porque lo de todos se convierte en tu patrimonio y (“puedo asegurar que las acusaciones de apropiación indebida son falsas”). Ese eres tú.

Tú y sólo tú, eres capaz de alentar la aprobación de leyes cuasi confiscatorias, las llamas subida de impuestos para que “el país mejore”, que hacen aumentar la pobreza de gran parte de quienes confiaron en tus palabras, mientras con la mano que mece la cuna autorizas la concesión de beneficios fiscales a las empresas que sienten sus reales en los polígonos, valles y planicies que salpican la región. Ese eres tú.

Sin embargo, cuando los trucos comienzan a perder efectividad, las banderas desfallecen por falta de viento y el bienestar familiar se tambalea, surge en ti un ansia infinita de libertad; una excitación cercana al orgasmo que ni siquiera puede calmar ese padrastro insensible, centralista y autoritario que te ha dado todo lo que has pedido. En ese estado te hayas.

Ahora es el momento de precipitar la salida, de hacer sonar las fanfarrias, enarbolar los pendones y sentir el latido de miles de corazones palpitando al unísono. Y tú, con los ojos hinchados por la emoción (o algún sicotrópico) vuelves la mirada, sonríes y preguntas a tus allegados: y ahora ¿hacia dónde vamos? Y cuando crees que las dudas han desaparecido y la respuesta será la anhelada, escuchas al primogénito decirte: “hacia el abismo padre, vamos hacia el abismo y tú, sólo tú, puedes conducirnos a él”.

Es el fin, pero lo has decidido tú. Porque la historia, esa en la que ocuparás algunos centímetros en olvidados anaqueles, te recordará como lo que fuiste: Nada.

Scriptum est

1 comentario:

  1. Efectivamente, ese es él, perfectamente reconocible en estas líneas. Me recuerda al momento en que al final de la película "El laberinto del fauno" el personaje del capitán del ejército nacional de Franco, malvado y chulo que interpretaba el actor Sergi López le dice a los maquis que van a matarle "decidle a mi hijo que su padre fue .......tal y tal y tal..... mientras se le llenaba la boca y la mirada de una soberbia inyectada en un ego desorbitado. Pero los maquis le responden " no, no te hagas ilusiones, tu hijo no sabrá siquiera que tu has existido".... en fin, la cara del capitán fue todo un poema pues tal era el peor de sus castigos.

    ResponderEliminar